lunes, 29 de octubre de 2012

Guerrero


Pero la novela no es sólo sobre el navarro feroz que fundó ciudades a los 22 años, gobernó a los 17 y tuvo un final shakespereano, sino sobre su amor con Inés de Atienza, aquella mestiza de alta alcurnia y de belleza insoportable, que como una Circe de la selva convierte al invencible guerrero en un guiñapo vencido por la pasión.
Y tampoco es sólo una novela sobre un amor trágico, sino sobre lo que es capaz la naturaleza con los hombres, y sobre las luchas por el poder y lo que son capaces los que no lo tienen pero lo ambicionan, y un poco también sobre La Gaitana (aquella guerrera que supo vengar el asesinato de su hijo a manos de Pedro de Añasco y que al mando de 20.000 indios se convirtió en azote de conquistadores) y sobre "la ira de Dios" personificada, cuya cabeza termina exhibida en una jaula después de que ni sus mismos compinches comulgaron más con sus atrocidades; pero sobre todo, es una novela protagonizada por el lenguaje, tan poético, que siendo prosa, por gracia de su mismo ritmo y sonoridad se convierte en verso: "Fue como si en esos lechos y esas mesas hubiera muerto el soldado, y sólo quedaran un amante y un niño ávido de susurros y juegos".






No hay comentarios:

Publicar un comentario